Siempre aprendemos algo de todo lo que nos proponemos a hacer. Por más insignificante que sea. No importa si es dibujar, cocinar algo nuevo, hablar con alguien o abrir un blog sin la mínima esperanza de que a alguien le guste.
Yo escribí porque me sentía sola, me decía a mí misma “Nadie me entiende, nadie puede saber lo que siento”. Pero luego, me vi rodeada de gente que me apoyaba, sentían y pensaban como yo.
Y ya no estuve sola, nunca más.
Pero uno no puede vivir refugiado en el anonimato. Ni puede triunfar siendo otra persona.
Hoy me toca desprenderme de la figura por la cual a través de ella pude expresarme sin miedo y desahogarme. Y aunque ella sea una porción de mí, aunque sea mi parte inspirada, mi artista interior. No lleva mi nombre, no le duele lo mismo y no sueña como yo.
Hoy sé que ella encontró su felicidad, realizó su sueño. Pero el mío todavía está fuera del alcance de mi mano. Y tengo que encontrarlo yo misma.
Hoy me veo obligada a agradecerle, porque ella me enseñó muchas cosas y sé que a mucha gente también.
Quizás, algún día me deje hacer un libro sobre ella. Pero aún no lo sé, es demasiado humilde, no creería que a nadie le interesara su vida. Gracias, Juanita, ahora tengo otros proyectos y me toca encararlos yo sola.
Camila Vázquez
viernes, 20 de julio de 2012
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