Perderme entre melodias, irme lejos, no volver...

Perderme entre melodias, irme lejos, no volver...

Asi soy yo. Asi me gusta ser

Bienvenido señor lector.
En este blog no encontrará más que las experiencias, anécdotas y reflexiones de una adolescente rara, perdida y algo rayada.
Si no es lo que buscaba, es libre usted de retirarse.
Si quiere saber de que se trata todo esto, sea usted bienvenido...
Juanita.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Otro año para archivar.

Y ya está, es el último día de un 2011 que cambió mi vida. Un 2011 tan ansiado por mi en un principio, que empezó tan bien y no terminó como esperaba. Pero aun así fue un año significativo como pocos.
Y es por eso que esta noche, cuando con mis amigos, entre carcajadas y bromas, llenemos nuestras copas de sidra a las 0.00 y brindemos, no lo voy a hacer simplemente por "otro año que se fue".
Esta noche voy a rendirle honor principalmente a mis amigos. Aquellos que conocí este año y aquellos que me vienen acompañando años atrás. Porque me aguantaron siempre, en las buenas y en las malas. Cuando tenían que soportarme en mi irritable felicidad y cuando tenían que ceder su hombro para poder llorar todas mis penas.
También a mi familia, siempre tan cariñosa y tan cálida. En especial a mi madre, que supo comprenderme en todas mis complicaciones de adolescente escandalosa sumándole mi natural rareza. Me gustaría que sepa que para mi es la mejor madre del mundo, la persona más compresiva que conocí y con la que puedo hablar de cualquier cosa y eso es algo que muy pocos hijos pueden hacer, por la tanto me siento muy orgullosa.
Brindo por aquellas personas que me apoyaron en todo, que me inspiraron a levantarme cuando más lo necesitaba, que creyeron en mi siempre. Y también por aquellas que hicieron este año un poco más complicado, porque, de alguna forma, me hicieron más fuerte y aprendí muchas cosas de ellas.
Brindo por vos, porque sos lo que más me saco sonrisas y lo que más lagrimas hizo que mojaran mis mejillas. Porque fuiste mi fuente de inspiración, mi universo entero. Porque quiero sacar todos los malos recuerdos y conservar solo los hermosos momentos que me hiciste vivir para atesorarlos en mi memoria. Porque, a pesar de haber terminado mal este 2011, te espero en el 2012. Y si no queres, no importa, aprendí muchas cosas de vos y me hiciste ver otro lado de la vida y eso lo voy a valorar siempre. Voy a brindar porque tengas muchísima suerte y por poder tener el encanto de conocer a alguien que me llene tanto como lo hiciste vos alguna vez.
Voy a brindar por todos y todo lo que lleno este año tan raro y transformador. Por lo bueno y lo malo, por las risas y los llantos, por los amigos y los "enemigos" (si es que los hay). Porque todo, sea bueno o no tanto, me hizo aprender mucho, me hizo un poquitito más humana.
Y cuando salgamos afuera a ver los estallidos tradicionales que visten a los cielos de colores, anunciando la primer madrugada del año, voy a sonreír y pensar que todo valió la pena. Este año valió la pena solo por el hecho de terminarlo sonriendo.


Espero que todos hayan tenido un año maravilloso. Y si no, bueno, que se pudra ¿no? Al fin y al cabo ya se terminó.
Brinden por sus propias causas, coman mucho, esten con las personas que aman, rían en exceso, sean felices.
Y feliz año nuevo.


Juanita.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Desesperantes injusticias.

-Llegaste- dijo la hermosa chica, mirando con indiferencia.
-Llegué- sonrió el chico, agitado.
Quiso besar sus labios pero ella lo esquivó poniéndole la mejilla.
-Voy a salir con las chicas- le dijo secamente
-Pero me prometiste que íbamos...-
-Ya sé, pero me cansé de esperarte-
-Vine lo más rápido que pude, sabes que no estaba cerca de...-
-Gonzalo- lo cortó mientras se arreglaba el pelo -Ya está, te llamé, te esperé, me cansé. Ahora no tengo ganas de estar con vos-
Terminó de acomodar las cosas en su bolso y se dirigió hacia la puerta. El chico miraba tristemente a su novia.
-Chau.-
-¿Cuándo volves?-
-No me esperes-
-Lu...-
-¿Qué?-
-Te amo...-
Ella se limitó a sonreirle y cerró la puerta detrás de sí. El chico se sentó en la mesa y se llevó las manos a la cara.
No sabía por qué le sorprendía. escenas como esta se repetían cotidianamente. Ya nisiquiera sabía por qué seguía con esto, tal vez era porque la amaba desesperadamente. O tal vez era por su capacidad de manipularlo, de tenerlo a sus pies no importa lo cruel e insensible que se comportara con el. Ya podía verla, siéndole infiel con el primero que se le cruzase, mientras el seguía corriendo para satisfacer sus caprichos con la esperanza de que así recibiría un poco de su amor, ya marchito hace mucho. Tal vez ella nunca lo había amado, tal vez el era otro en su colección de mentes y corazones sometidos y esclavizados.
Y se sumergió en la depresión de esperarla hasta que ella volviera, despeinada y con perfume de hombre, a tratarlo con la misma indiferencia torturadora. "Nisiquiera un mísero beso, nisiquiera un mísero `Yo también`"
Mientras tanto, a unas pocas casas de allí, una chica que podría (y anhela) hacerlo feliz y brindarle todo el amor que el necesita. Llora en la amargura de su asfixiante soledad.



Juanita.

martes, 20 de diciembre de 2011

Para alguien de hierro

Las vueltas de la vida me han permitido conocer a personas maravillosas. Tanto es así que me enorgullece decir que uno de mis amigos más cercanos merece una mención especial en mis pequeños escritos. Este chico, de estatura normal, sin músculos vistosos y delgado como un alambre. Este chico humilde y tímido es, así como lo ven, una de las personas más fuertes que conocí.
Vive con su tío, un hombre generoso y adorable a pesar de su aspecto tosco y descuidado, ya que sus padres fallecieron cuando el era muy chico. Y aunque el le brindó todo e amor que le fue posible, mi amigo cargó con esta amarga pena toda su vida.
Se distrae leyendo, escribiendo, ayudando a su tío en el taller de reparación de autos que los mantiene, escuchándome a mi  y a mis problemas (pavadas de adolescente histérica comparadas con los suyos)
En la escuela fue agredido, humillado, rechazado y hasta casi violado por su condición sexual. Mi amigo era la persona más tolerante, buena, comprensiva, y era gay. Por ese último detalle hicieron de su vida un infierno.
Al no encontrar ayuda ni en profesores ni en profesionales, se refugió en el mundo de falso alivio y serenidad de las drogas. Se volvió agresivo, inestable, cada vez más cerca de la dependencia. Vendió sus zapatillas, su guitarra y su celular para comprar más estupefacientes y llegó a ese punto repulsivo de ser un cuerpo sin contenido, sin nada que lo llene más que los narcóticos. Respiraba, caminaba, pensaba, vivía solo para tomar la siguiente dosis que lo condujeran a otra realidad menos dolorosa. Sus ojeras tapaban su rostro, su palidez lo hacía confundirse con un cadáver y estaba más flaco que nunca. Aún así no lo abandoné, ni ahí ni cuando casi muere de una sobredosis. El nunca lo haría, yo menos.
Entró en rehabilitación por decisión propia y poco a poco volvió a ser el de antes. Lo integré a mi grupito de amigos y lo supieron tratar muy bien, parecía feliz. Hasta ahora. Era el momento de devolverle todos los favores que me dio y apoyarlo más que nunca:
Habían diagnosticado a su tío de cáncer.
Entré al hospital, sus paredes blancas al igual que el piso le daban un aspecto de inmaculada pulcritud. El olor a productos de limpieza se mezclaba con el del café. Me indicaron adonde tenía que ir. Caminé sin caminar por el pasillo, miré sin ver el número de las habitaciones. Estaba lejos de allí, estaba dentro de mis pensamientos de preocupación y angustia.
Entré a una habitación. El enfermo dormía apaciblemente en la camilla, contrastaba notablemente con la imagen de al lado. El chico sentado en el sofá a su lado estaba pálido, sus ojeras delataban que no había dormido en semanas, la comida depositada a su lado estaba sin tocar. Tenía las manos juntas y apretadas, miraba fijamente al enfermo. Era la tensión personificada.
-Nico...- susurré
Levantó la vista, sus ojos me imploraban un milagro o por lo menos consuelo. Me senté y lo abracé, me devolvió el abrazo aun más fuerte y me soltó.
-Dicen que es tratable- dijo, volviendo la vista al único pariente cercano que le quedaba
-Bien...-
-Si, lo que pasa... es que no sé que voy a hacer cuando se vaya-
-Cuando se vaya vas a ser grande, nene-
-¿Y si se va antes?-
-¿Para qué pensar en eso? Es inútil. Ahora lo van a tratar, se va a poner mejor y va a estar todo bien. Si se va antes, bueno, ahí veremos que hacer... No sé que haremos pero algo sé y es que voy a estar ahí y no voy a dejar que te rindas porque si lo haces ¿Qué va a pasar conmigo?- Lo abracé nuevamente -nene, sabes que no puedo sin vos-
-Gracias- me dijo, después de un rato
-¿Por qué?-
-Por todo... todo-
-Sos de hierro, Nico-
-Ojalá-
-Enserio, sos la persona más fuerte que conocí, la que más se banco toda la mierda que le tiraron sin merecerla y a pesar de todo siguió levantándose después de cada caída. Prometeme que en esta no te vas a quedar en el piso.-
-Te lo prometo- agarró mi mano y me sonrío, lento y con esfuerzo, como si no lo hubiera hecho en mucho tiempo. -Necesito un café- me dijo, de repente
-Quedate, yo te lo traigo- Fui hasta la máquina de café lento, pensando y reflexionando. Distrayéndome un rato. Volví con los dos vasos humeantes pero el chico, por primera vez desde hacía días, dormía profundamente en el sofá. Su tío me miraba sonriente desde la camilla.
-Miralo, por fin pegó un ojo. Le traes paz-
-Hago lo que puedo- le sonreí, dejé los vasos en la mesita, me acerque a la camilla y tomé la mano del hombre -te vas a mejorar-
A los días Nicolás  vino con un inusual entusiasmo y sin saludarme me dijo -No pienso caer más. A mi tío le dieron el alta- luego miró al piso y agregó -Y si me caigo sé que vas a estar ahí para ayudarme-
Así mi amigo me enseñó que la fuerza no se mide en músculos.

Juanita.

martes, 13 de diciembre de 2011

Recordando mientras escuchaba Pink Floyd

Me distraía de todos las inmundicias de la ciudad en aquel viaje largo y tranquilo. Miraba por la ventana de cara a aquel espectacular atardecer, mientras de mis auriculares fluía las melodías, aquellas capaces de transportar a uno hacía lugares remotos en tiempos lejanos, o no tanto...
Empezó aquella canción, hermosa y serena. Sonreí, sonreí mientras los recuerdos comenzaron a correr como una película grabada en mi memoria.
Hacía un tiempo que lo conocía y nos veíamos de vez en cuando. Aquella noche me invitó a su casa...

Allí estaba yo en esa cama, una cama que no era mía. Yo y él besándonos con tanta intensidad, como si ya no existiera nadie excepto nosotros dos. Sus manos en mi espalda comenzaron a bajar hasta detenerse en los botones de mi pantalón. Desabrochó uno, pero luego se detuvo y me miró, evaluando mi reacción.
-No tenemos que hacer esto...- me dijo, mirándome fijamente
-No, si no queres-
-No es que no quiera, es que... es que en este momento no... Solamente me quiero quedar así un rato, nada más...-
-Esta bien- le sonreí comprensivamente.
Me abrazó y estuvimos así un rato, acariciándonos, tratando de sanar nuestras heridas con las manos. Lo vi, su rostro iluminado por la luz de la luna que entraba por la única ventana de la habitación lo hacía verse mucho más triste y melancólico de lo que ya estaba.
-¿Qué pasa?-
-Nada, es... es largo de explicar-
-Sabes que me podes contar cualquier cosa-
-Si...- hizo una pausa, mirando el cielo, buscando como empezar, como ordenar todo lo que sentía y transferirlo a palabras -Es una chica, una de esas que pasarían desapercibido en cualquier lugar, pero... no sé, tiene algo... bueno, tenía algo que la hacía única. Mirara por donde mirara era perfecta, sonará estúpido, pero eramos el uno para el otro... era la razón de mi existir.-
-¿Te dejó?-
-Mucho peor, se fue. Se fue sin irse, no se como explicarlo. Pero ya no es lo mismo, nada es lo mismo. No sé que nos pasó.-
Lo miré sorprendida. ¿Era posible?
-¿Cómo si una parte de ella hubiera muerto? ¿Cómo si fuera una completa desconocida?-
-Exacto... no sé que hacer-
-Deberías tratar de alejarte...- era tan irónico dar los consejos que justamente yo no sigo -pero debes estar cansado de escuchar siempre lo mismo de todos. Lo dicen como si fuera tan fácil, lo dicen hasta con un tono de burla, es tan obvio, tan sencillo "¿Cómo es que no lo podes hacer?". Lo peor de todo es que lo intentas, pero es tan difícil y al final caes de nuevo, en busca de alivio y cuando se enteran te miran con enojo "¿Cómo podes ser tan estúpido? ¿Cómo te dejas basurear así?" es que no lo entienden, no lo entienden.
Sabes que podes encontrar a alguien más, alguien que se preocupe, que no te lastime. Porque, después de todo, si te quisiera tanto como dice ¿Por qué estas sufriendo así? Pero por más que busques, por más que intentes, por más chicas como yo que lleves a la cama ¿Cómo puede olvidarse uno de la persona que te inspiró, que te dio fuerzas, tu única esperanza... tu razón para vivir? Y llegas a la conclusión de que, a pesar de todo, no queres perder aquellos momentos únicos, quizás, los más felices de tu vida. Lo único que queres es tenerla a ella, tan única y maravillosa como fue en un principio.-
El chico me escuchaba y asentía, mientras trataba de disimular las lágrimas que se acumulaban en sus ojos oscuros. Lo abracé, conmovida, y quebró entre mis brazos en un llanto amargo y largo, como si lo hubiera contenido desde hacía demasiado tiempo.
-La queres mas que nada- le susurré, acariciándole el pelo -pero hay un momento en el que hay que aceptar que esos hermosos recuerdos son solo eso y el pasado se fue para siempre, aferrándote a el no vas a hacer que vuelva. Llega un momento en el que hay que elegir entre lo que uno quiere y lo que le hace bien. Si te hace sentir mejor, no estás solo.- el chico levantó su cabeza, secándose las lágrimas.
-Me siento tan estúpido-
-No... alguien, una vez, me dijo que esta bien llorar...-
Nos dormimos mirando el cielo desde la ventana, cada uno perdido en sus propios pensamientos, cada uno reflexionando acerca de su propia "persona que se fue sin irse" y supe, quizás por el modo en el que comenzó a acariciar mi mejilla, que estábamos pensando en lo mismo.
Creo que es tiempo de que elijamos hacer lo que nos hará bien.



Juanita.