Había conocido personas ignorantes, pero no la
ignorancia en persona.
Y la tuve que conocer hace poco, casi por
castigo. En un sitio que yo coroné “Cárcel de la originalidad”, “Exhibición de
la brutalidad”, “Matadero del intelecto”.
Son almas perdidas, que ellas mismas
decidieron perderse para seguir un rebaño sin futuro. Solamente para ser
aceptados en ese ambiente turbio, destinado a la autodestrucción del alma y la
mente, se despidieron de su opinión propia y de su sentido común.
Son seres que no saben diferenciar la
educación del sometimiento, el conocimiento de la sofocación. Desafían y hacen
oídos sordos a cualquier autoridad sin importar que los quiera ayudar o
hacerles entender. Faltan el sagrado respeto sin vergüenza ni arrepentimientos,
pero saltan a la defensiva por cualquier intento de llamarles la atención.
Una anarquía idiota y sin finalidad, sin
visiones de un futuro provechoso, a la que llaman “clases”.
Me dan
risa…
Payasos fracasados y molestos, patética
reproducción de lo vulgar. Líderes ilustres de descerebrados, que marchan
imaginando que aplastan cabezas sin siquiera sospechar que son, en realidad,
mucho menos de lo que podrían llegar a imaginar. Penosa imagen del no futuro,
parodia de ser humano. Me dan lástima… o risa. Más lástima que risa.
Porque se debe respetar para ser respetado. Se
debe ser respetado para lograr ser alguien. Se debe guardar silencio para
escuchar. Se debe escuchar para aprender. Se debe aprender para conocer.
Y sin conocimiento no hay libertad
Y sin libertad no hay futuro.
Juanita.
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